El secreto de los arándanos orgánicos está en las malas hierbas
Cuando hablamos de arándanos orgánicos, las malas hierbas podrían ser el secreto de una buena cosecha: un estudio reciente en Estados Unidos ha demostrado hasta qué punto un herbazal puede marcar la diferencia para algunas plantas. No sólo se habla de rendimiento o calidad, sino también de una reducción del uso de herbicidas y del consiguiente ahorro para los agricultores, que pueden cultivar sus tierras con más tranquilidad.
Arándanos orgánicos y malas hierbas, una simbiosis perfecta
La Dra. Bernadine Strik, de la Universidad de Oregón, decidió investigar el papel que desempeñan las malas hierbas en el crecimiento de los arándanos orgánicos, y elaboró un estudio para evaluar los beneficios de esta técnica. La idea es simple: los arbustos se colocan en hileras, normalmente separados por simple tierra batida, pero en algunos casos pueden estar rodeados de serrín o compost. Estos dos últimos materiales tienen que ser redistribuidos cada año, ya que mantienen a raya el crecimiento de las plantas que podrían restar nutrientes de los arándanos.
Lo que los agricultores y científicos no habían pronosticado era que una capa de malas hierbas, cuidadosamente seleccionadas, podrían ser de mayor ayuda para los arándanos orgánicos en comparación con las otras técnicas. En primer lugar, es más barato, cuatro veces más barato que las otras técnicas si se tienen en cuenta los materiales, la instalación y la sustitución. El uso de esta técnica también implica un aumento significativo del rendimiento: en un período de 10 años puede crecer del 8 al 20%.
Sin embargo, existen algunos efectos negativos en la utilización de malas hierbas y arándanos orgánicas: el topillo, un roedor típico de los campos, se refugia entre la hierba baja cerca de las plantas, a veces cavando agujeros que pueden dañar las raíces. Otro problema es que este tipo de malezas seleccionadas no se siembran simplemente, sino que se colocan a través de rodillos de «suelo», y pueden tardar un tiempo en adaptarse adecuadamente a la superficie de los campos.
