inNaturale
Macarons, la elegancia hecha pastelería

Macarons, la elegancia hecha pastelería

Desde sus orígenes hasta la actualidad, los macarons, los dulces franceses más famosos, siguen siendo los protagonistas de fiestas ultra-chic y refinados refrigerios. Aquí tienes todos sus secretos.

Sumérgete en las evocadoras avenidas de París para degustar y aprender más sobre estos dulces, símbolo de la capital francesa: los macarons. Colores delicados y pastel, son la quintaesencia de la ciudad del amor. Si nunca los probaste, toma nota mental para hacerlo, si ya lo hiciste, aprovecha esta oportunidad para conocerlos mejor: desde los tradicionales hasta las reinterpretaciones, no te decepcionarán.

Cómo comenzó todo

En primer lugar, el macaron es una pasta compuesta por dos discos de merengue y pasta de almendras rellenos de una rica ganache; hay muchas variantes: fresa, chocolate, pistacho, vainilla, limón, café, avellana y menta son algunos de los sabores que hay en el mercado. Su nombre deriva de la palabra italiana maccarone, que a su vez proviene del verbo ammaccare, o lo que es lo mismo, aplastar. Pero ¿dónde nacieron los macarons? Algunos afirman que tienen orígenes venecianos y que en 1533 se exportaron a Francia por Caterina de Medici con motivo de su matrimonio con el duque de Orlèans, mientras que otros, basándose en la versión oficial, afirman que nacieron alrededor del siglo XVIII en el monasterio de las Dames du Saint-Sacrement, en Francia.

Llegados de Italia o de Francia, los discos de colores pronto llegaron a Inglaterra, donde adorados por la mismísima Reina, se convirtieron en un postre reservado para los aristócratas y su hora del té. Se orneaba en elegantísimos salones y confiterías, pero nunca, hasta hace unos años, los macarons se consideraron un dulce casero, para prepararlos a los hijos o a los nietos.

Ladurèe tiene el mérito de hacerlos famosos

Así que al principio con macaron nos referíamos al disco de merengue de almendras. Solo en el siglo XIX comenzó a servirse en parejas, rellenándose con mermeladas, licores y especias. A partir de ahí la receta pasó a mejorar cada vez más, hasta que en 1930, Pierre Desfontaine, un pariente de Louis Ernest Ladurèe, creó la versión aún conocida hoy en día: un pastel compuesto por dos pequeños discos planos con un borde en relieve, ligeramente crujiente y rellenos. Pero volvamos a Louis Ernest Ladurèe por un momento: en 1862 abrió una pastelería en París que, a principios del siglo XX y por iniciativa de su esposa, se convirtió en un salón de té, uno de los primeros en la ciudad, para qué engañarnos.

Este cambio no fue el único, ya que en 1930 el local de Rue Royale se renovó y amplió, permitiendo que una clientela cada vez más amplia y multifacética disfrutara de las dulces creaciones provenientes de esa forja de ideas que era el laboratorio, incluidos por supuestísimo los macarons. Así que llegamos a 1993 cuando el grupo Holder adquiere Ladurèe con la intención de expandirse globalmente; una promesa cumplida si consideramos que hoy hay más de 50 Ladurèe esparcidos en 23 países. Ladurèe sin duda debe su éxito tanto al increíble dominio de sus confiteros como a su refinado y elegante estilo, aparte de que los dulces protagonistas de nuestro artículo han jugado un papel fundamental, cómo no.

Las cajas que contienen los macarons celosamente conservados como si fueran joyas preciosas, son un recuerdo indispensable si estás de visita en París y, seamos sinceros, en cualquier otra ciudad que tengamos la suerte de encontrarlos. Ladurèe macarons no son los únicos, obviamente. Ahora son cada vez más comunes y no es difícil encontrarlos en confiterías y cafeterías, donde sugiero que los pruebes junto a una buena taza de café amargo: este contraste de sabores va genial y crea una combinación ideal.

Por otro lado, si te gusta la practicidad, también puedes comprarlos en el supermercado, encerrados en cómodas bolsas de plástico; en este caso, sin embargo, lo que probarás estará lejos de la versión original y probablemente no valga la pena. Es mejor comprarlos frescos o, tal vez, hacerlos en casa con paciencia y entusiasmo: ¡mira que no es tarea fácil!

En Nueva York no se conforman

Para los antitradicionalistas o los amantes de «vamos a darle una vuelta de tuerca más» os presentamos, directamente desde la pastelería de Francois Payard en Nueva York, los macarons de helado de sándwich: frambuesas y pistachos, coco y mango, chocolate con trocitos de chocolate y pastel de queso y fresa son algunos de los sabores a elegir. De acuerdo con los que los han probado son un poco «demasiado dulces y con una consistencia lejos de la original, pero habrá que probarlos antes de hablar ¿no?»


Allegra Germani
Allegra Germani
Saber más
Allegra di nome e di fatto, ho 22 anni, studio Scienze Gastronomiche e non so ancora cosa fare della mia vita se non girare il mondo per riempirmi gli occhi e la bocca di cose buone.
Saber más
Allegra di nome e di fatto, ho 22 anni, studio Scienze Gastronomiche e non so ancora cosa fare della mia vita se non girare il mondo per riempirmi gli occhi e la bocca di cose buone.
Suscríbete al boletín
Permanece actualizado sobre las últimas noticias editoriales, productos y ofertas