Las plantas pueden «sentir» las amenazas y reaccionar en consecuencia
Imagínate una pequeña planta de repollo, tranquila en tu huerta disfrutando del sol de verano en sus amplias hojas verdes, cuando de repente se escucha un terrible sonido. Es una oruga, que tiene toda la intención de comerse una de las hojas de la planta: crunch, crunch, crunch… la col se horroriza ante la idea y segrega una sustancia urticante y ligeramente tóxica de aceite de mostaza para defenderse.
No subestimes a las plantas
La historia que acabas de leer puede parecerte un tanto absurda de acuerdo con la idea que tenemos de estos organismos dedicados a la fotosíntesis, abandonados a su suerte a merced de los animales y la climatología. Sin embargo, lo cierto es que, algunos estudios están investigando el grado de percepción que las plantas tienen del mundo circundante, a menudo descubriendo implicaciones inesperadas. Este es el caso, por ejemplo, del estudio desarrollado por Heidi Appel, investigadora de la Division of Plant Sciences de la College of Agriculture de Missouri.
La idea de Appel nació de la colaboración con Rex Cocroft, profesor de la misma universidad y especializado en la percepción que los depredadores de las plantas tienen del medio ambiente gracias a las vibraciones percibidas a lo largo del tallo y las hojas de sus presas. Los dos han diseñado un experimento complejo para demostrar las capacidades de la planta, descubriendo así que es capaz de escuchar el entorno y reaccionar en consecuencia.
Con cada sonido una reacción diferente
La pregunta es: ¿cómo demonios se puede realizar tal experimento? ¿Cómo haces que una planta escuche un sonido? ¿Cómo se graba el sonido de una oruga masticando una hoja? ¿Cómo se reproducen las vibraciones?
Los investigadores lograron captar los movimientos imperceptibles de las hojas atacadas gracias a un láser hecho para rebotar en una pieza de cinta reflectante, como la de la imagen de arriba, para obtener así una reproducción exacta de las vibraciones a las que están sometidas durante un ataque. En ese momento, se trataba de conectar dos «accionadores piezoeléctricos», que los comunes mortales podemos imaginar como altavoces microscópicos, a las hojas para reproducir la masticación del insecto. Estamos hablando de movimientos 250 veces más pequeños que un milímetro, a lo que la planta, se ha demostrado, reacciona activamente, produciendo una sustancia urticante, que los investigadores encontraron en las hojas sobre las que se había simulado el ataque.
Pero la cosa no termina aquí: el siguiente paso fue entender si la reacción de la planta estaba vinculada a las vibraciones en general o solo a un tipo particular. E incluso en este caso, los investigadores se sorprendieron al descubrir que las vibraciones del viento, reproducidas de la misma manera, no provocaron ninguna reacción, mostrando que las plantas incluso pueden reconocer el origen del sonido. Pues ale, ahora ya tienes algo más en lo que pensar la próxima vez que te sientes frente a una ensalada.
