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La increíble historia de la hidroponía: desde los babilonios hasta la segunda guerra mundial

La increíble historia de la hidroponía: desde los babilonios hasta la segunda guerra mundial

Para aquellos que ya hayan oído hablar de hidroponía, será difícil imaginarse que este método, de apariencia innovadora, ya fuera utilizado por babilonios y aztecas. Sin embargo, este podría ser su origen.

¿Y si te dijéramos que hay una manera de cultivar tus plantas favoritas en menos tiempo, consumiendo menos energía, menos agua, aumentando la productividad por metro cuadrado y asegurándonos productos más sanos y seguros? Es más, se dice que incluso en una de las siete maravillas del mundo, los jardines de Babilonia, este sistema ya se aplicaba con éxito. Estamos hablando de la hidroponía, una técnica de cultivo de aspecto innovador pero que ahonda sus raíces en la historia.

La historia de la hidroponía, desde los babilonios hasta los aztecas

Antes de llegar al meollo de la cuestión descubriendo las ventajas del cultivo hidropónico, podría ser muy interesante echarle un vistazo a esta increíble historia. Las primeras referencias a un sistema similar se remontan incluso a la estructura de los jardines colgantes de Babilonia. De hecho, algunos investigadores, creen que el secreto detrás del éxito de una estructura tan asombrosa fue precisamente la aplicación de esta técnica, obviamente con el desconocimiento de los mecanismos que sentaban su base

Otra pieza a tener en cuenta para reconstruir la historia de la hidroponía son seguramente los testimonios de Marco Polo, quien describe los «jardines flotantes» utilizados por los chinos para cultivar plantas en la superficie del agua, una técnica muy similar a la que sería empleada por los aztecas un par de siglos después en el lago Tenochititlan con sus «chinampas».

Durante estos cuatro siglos, uno de los compromisos de la «comunidad científica» aún en pañales fue precisamente desarrollar una serie de técnicas culturales adecuadas no tanto para maximizar los resultados agrónomos, sino para investigar el funcionamiento de las plantas, la forma en que se alimentan.

¿Qué comen las plantas?

Y así es como, en 1600, el enfoque se vuelve más científico y experimental, tratando de entender cómo podría funcionar la nutrición de las plantas. Fue el belga Jan Van Helmont, quien demostró científicamente cómo el agua era fundamental para la supervivencia de la planta, y que a partir de ella la planta obtenía la mayoría de las sustancias que necesitaba, y por ello es justo que no nos olvidemos de él.

En los siguientes tres siglos se establecieron muchas teorías sobre suposiciones científicas detrás del metabolismo relativamente complejo de las plantas, se descubrió que, en mayor o menor medida, necesitaban agua, luz y aire para sobrevivir, sobre todo gracias a los macro y micro nutrientes presentes en el suelo. A principios de 1900 los estudios se intensificaron aún más, hasta que, durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados estadounidenses destinados en las islas del Pacífico utilizarían, donde no era posible arar, solo la hidroponía. Tanto fue así que en la localidad de Chofu llegaron a las 22 hectáreas cultivadas de esta manera.

Un nuevo comienzo gracias al plástico

El interés, sin embargo, permaneció en gran parte latente hasta 1970, cuando se comenzó a trabajar con materiales plásticos: hasta entonces, de hecho, las camas en las que se cultivaban las plantas hidropónicas tenían que construirse con cemento, lo que hacía que las plantas fueran bastante caras. Con la introducción del plástico, se dejó de emplear el cemento, por lo que reavivó la atención sobre una técnica que todavía tenía que demostrar todo su potencial.

Y así es como llegamos al presente, donde el cultivo hidropónico se usa en todo el mundo, aunque no al ritmo que cabría esperar. Hasta ahora, sin embargo, ha sido más eficiente, para la mayoría de los cultivos y países, permanecer fieles a los sistemas tradicionales. De todos modos, esto está destinado a cambiar, ya que los espacios son vez más limitados, los recursos hay que utilizarlos con moderación, y es necesario tener una producción, en la medida de lo posible, razonable; por tanto, todos estos son factores que empujan hacia la dirección de un nuevo y a la vez viejo sistema más eficiente.


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Matteo Buonanno Seves
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Un giovane laureato in Scienze Gastronomiche con la passione per il giornalismo e il mai noioso mondo del cibo, perennemente impegnato nel tentativo di schivare le solite ricette e recensioni in favore di qualcosa di più originale.
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