Peras, lo mejor está en la piel

Las peras son una de esas clásicas frutas de otoño que acompañan el final del verano, con un sabor rico y dulce, perfecto para comer al natural o hechas al horno con azúcar y canela, para hacer de ellas un verdadero postre de temporada. Incluso el perfil nutricional de esta fruta nos deja asombrados por su riqueza en fructosa y la prevalencia de potasio, que la hacen perfecta para las dietas pobres en este mineral. Pero tal vez haya que darle una vuelta al hábito de consumirlas peladas.
La piel no es solo una cuestión de fibra
Cuando hablamos de la piel de la fruta generalmente lo hacemos en relación con su contenido de fibra y, al menos en parte, la pera no es ninguna excepción: consumir una sola pera aporta alrededor de una quinta parte del requerimiento diario de fibra, pero de este quinto, la mitad se encuentra en la piel de la fruta. Un ejemplo es la pectina, una fibra soluble, útil para mejorar tanto la digestión como también para reducir los niveles de colesterol.
Pero la cosa no termina aquí, la fibra es tan solo una parte de los múltiples beneficios: en la piel de la pera hay muchas moléculas con agentes antioxidantes llamadas flavonoides. Entre ellos, encontramos el ácido clorogénico, que se ha hecho famoso por su presencia en el café verde y está comúnmente asociado con una disminución de la presión sanguínea. También está la epicatequina, que reduce el riesgo cardiovascular; la cianidina, que reduce el estrés oxidativo al que comúnmente se somete a nuestro organismo, y finalmente quercetina, que es antibacteriana y antiinflamatoria.
La panacea para la salud y la línea
Volviendo por un momentito a las fibras, algunos estudios demuestran cómo su alta presencia en las peras hace que la fruta sea útil para promover esa sensación de saciedad, dando mejores resultados que la avena. Esto también vendría dado por la estimulación que favorece el crecimiento de una flora intestinal saludable.
Desde el punto de vista de las vitaminas, las peras contienen una sorprendente cantidad de vitamina C, fundamental para las funciones inmunes y la absorción de hierro, junto con la vitamina K, cuya función se asocia fundamentalmente con las enfermedades cardíacas. El círculo lo cierran dos sales minerales, potasio y cobre. El primero es esencial para la regulación de la presión arterial y, en general, la salud del corazón, mientras que el segundo ayuda al sistema nervioso y óseo.
En resumen, si tienes la oportunidad de comprar peras de calidad, a ser posible que no estén tratadas con herbicidas o pesticidas, deberías empezar a comerlas con la piel. Después de lavarlas bien, claro.
