Pan de castañas: entre historia y tradición
El pan de castañas siempre ha sido, desde la antigüedad, la alternativa económica a su pariente refinado hecho con trigo. Incluso en tiempos de hambruna, las castañas silvestres que se podían encontrar en los bosques podían marcar la diferencia entre otro día de penurias o tener algo que llevar a la boca.
La última esperanza para los más pobres
En la base del pan de castaña, obviamente, está la harina hecha con estos frutos, un producto absolutamente flexible con el que se pueden preparar muchas masas. En Italia, por ejemplo, los más simples fueron los llamados ciacci, una mezcla básica de agua y harina de castaña cocida entre dos platos de hierro calientes, algo que se parece mucho a los famosos testaroli o al panigaccio italianos.
Poco después llegaría el pan, tan fácil de preparar. Algunas versiones particularmente famosas de esta preparación se pueden encontrar en la Toscana italiana, pero también en la punta de la bota, en Calabria. Allí, las llamadas castañas «pani», son un alimento típico para los granjeros calabreses, que siempre las han considerado parte de su tradición. Los pueblos donde se solía preparar, queaban a menudo aislados y encontraron en las castañas la salvación de posibles hambrunas.
El problema es que la castaña es una fruta, no un cereal, y por tanto los azúcares que contiene tienden a ser mucho más simples que los que se encontrarían en los granos del trigo. Esto significa que no hay gluten, por lo que conlleva una fermentación mucho más compleja de manejar. El resultado es mucho más dulce que el pan blanco normal al que estamos acostumbrados, razón por la cual es muy popular para acompañar embutidos. Hoy, en cualquier caso, para probar los diferentes tipos de pan de castaña basta con ir a alguna feria rural, donde será fácil encontrar a algún artesano que todavía sienta pasión por este pan tan particular.
