El amplio abanico de patatas peruanas, reserva de biodiversidad
Las patatas peruanas, consideradas por algunos como el verdadero oro Inca, son una verdadera mina de biodiversidad. Cuentan con una impresionante variedad de formas, colores y tamaños, un arco iris de colores que no tienen solo una mera función estética, sino que son un síntoma de la riqueza de propiedades nutritivas que contienen estos tubérculos. No es difícil imaginar su uso en las áreas más pobres del planeta, teniendo el potencial de resolver los problemas de desnutrición de algunas poblaciones que todavía hoy están en peligro.
Una patata al día ...
Estas plantas pertenecen a la familia de las solanáceas, y son las más cultivadas en el mundo después del trigo, el arroz y el maíz. Es originaria de una zona de América del Sur, un área que se extiende entre Chile, Bolivia, México y Perú, pero para bien o para mal, es precisamente en este último país donde han arraigado más profundamente en la cultura gastronómica local. En Italia pueden contar con la patata negra, pero en América del Sur es otra historia: hay patatas peruanas que aún están por descubrir, ya que hay algunas cultivadas en áreas rurales de las cuales nada se sabe y los investigadores descubren nuevas constantemente.
Algunas contienen hasta 5 veces más vitaminas que sus parientes europeas, otras son ricas en caroteno, y las hay que han evolucionado con el tiempo para convertirse en verdaderas minas de zinc y antioxidantes. El hecho de ser una planta que se ha acostumbrado a crecer en lugares remotos e inhóspitos, en condiciones extremas si las comparamos con otros cultivos, hace de ella una candidata perfecta para exportar a otras regiones similares.
Una combinación entre tradición e innovación
Cuando los investigadores encuentran nuevas variedades, su trabajo no ha hecho más que comenzar: es necesario estudiar sus características en profundidad, estableciendo una estrecha colaboración con los agricultores locales. El objetivo es capturar los secretos de su cultivo, nociones preservadas tradicionalmente sobre todo por las mujeres de las comunidades rurales, que conocen sus propiedades nutricionales y su aplicación como remedios botánicos.
De hecho, llegados a este punto, el trabajo no termina aquí. Se necesitan entre 8 y 10 años de experimentación en el laboratorio, donde descubren lo que los ojos y la experiencia no son capaces de revelar y prueban los cruces de varios tipos para obtener ciertos resultados. La combinación perfecta entre el conocimiento popular antiguo y la ciencia moderna.
