¡Come verduras!: Los jóvenes nos escuchan más de lo que parece

La lucha diaria de los padres por que sus hijos coman verduras no es ninguna pérdida de tiempo. Aunque es difícil que, por mucho que insistamos, los niños terminen adorando la ensalada, el brócoli y la menestra, el mensaje subyacente acerca de los beneficios de una dieta saludable parece calar hondo incluso entre los adolescentes más reticentes. Una investigación de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, ha mostrado cómo las normas de alimentación saludable que se llevan a cabo en casa terminan afectando las elecciones autónomas de los niños.
Los adolescentes saben más de lo nos creemos
Los investigadores de Stanford entrevistaron a 1264 adolescentes del área de la Bahía de San Francisco, preguntando cuáles eran sus creencias sobre la comida, la actitud de sus padres hacia la comida nada y las normas y prácticas de alimentación en su familia. Contra todas expectativas, los niños estaban más preparados de lo esperado, demostrando que conocen la diferencia entre alimentos sanos y los que no lo son.
Sin embargo, los investigadores estaban interesados en verificar las elecciones que los adolescentes hacían de forma independiente. A los jóvenes se les ofreció como recompensa poder elegir entre un snack sano y otro menos sano. Los snacks sanos incluían, por ejemplo, yogur, humus con pretzel o trozos de fruta. Los no tan sanos incluían gominolas, galletas de mantequilla y de chocolate y patatas fritas.
Comer verduras de forma independiente
Los resultados mostraron que los adolescentes que afirmaron tener al menos una norma relacionada con la alimentación sana en casa eran mucho más propensos a elegir un snack «saludable», incluso sin la supervisión de sus padres. Además, los niños con estas normas en sus casas aseguraron sentirse mejor cuando tomaron la decisión saludable y se sintieron culpables cuando optaron por la menos saludable. Según los investigadores, esto muestra cómo «Las normas sobre la alimentación surgidas dentro del entorno familiar continúan influyendo en las percepciones y elecciones de los niños, incluso cuando los padres no están presentes».
La próxima vez que alguien de la familia se niegue a comer verduras, piensa que incluso aunque estés perdiendo está batalla, no has perdido la guerra y el mensaje ha calado. Insistir un poquito a nuestros jóvenes en comer alimentos saludables puede traerles beneficios concretos una vez lleguen a ser adultos. Asique ya sabes, ¡esto es una carrera de fondo!
